Andrea 34 años
Andrea llegó a nuestra clínica con una mezcla de vergüenza e incomodidad. Había perdido un molar hacía ya más de 2 años. Al principio pensó que no era para tanto, “solo es una muela”, se decía. Pero con el tiempo, empezó a notar pequeños cambios que la inquietaban: los dientes cercanos se movieron un poco, la mordida ya no se sentía cómoda, incluso comenzó a apretar más los dientes sin darse cuenta. También notó que su rostro se veía un poco más “hundido” en un lado, y que al reír, algo ya no se sentía igual.
Pero lo más difícil no fue lo físico. Fue esa sensación constante de inseguridad. Comer algo crujiente, reírse con confianza, hablar sin pensar si alguien notaría “ese espacio vacío”… todo eso se convirtió en un desafío.
Cuando María nos visitó, la escuchamos con paciencia, con respeto por lo que sentía y lo que había vivido. Le explicamos que perder un diente no solo afecta la sonrisa, también puede alterar la mordida, hacer que los demás dientes se desplacen, desgastarse antes de tiempo y provocar molestias al masticar. Pero además —y esto fue lo que más la sorprendió—, le explicamos cómo la pérdida de hueso en la zona del diente puede afectar la estructura del rostro con el tiempo, generando pequeñas arrugas, hundimiento en las mejillas, y cambios en la manera en que los labios se apoyan.
Juntos, decidimos que la mejor solución para ella era un implante dental. Un tratamiento seguro, duradero y, sobre todo, que le devolvería no solo la funcionalidad, sino la seguridad en sí misma.
El procedimiento fue muy planificado y cuidadoso: primero, realizamos una evaluación completa con estudios de imagen, diseñamos el implante a medida y lo colocamos con la técnica menos invasiva posible. Andrea notó el cambio incluso antes de que finalizáramos por completo el tratamiento. Sentía que su mordida volvía a estar alineada, que podía masticar sin dolor, y —lo que más nos emocionó— volvió a reírse sin taparse la boca.
“Hoy me veo al espejo y me siento yo de nuevo. Nadie me dijo que perder un diente dolía más en la autoestima que en la encía… pero también nadie me dijo que podía recuperarlo de esta forma.”
Como Andrea, muchas personas creen que pueden “aguantar” la ausencia de un diente. Pero rehabilitarlo a tiempo no solo mejora la función, también evita futuros problemas que pueden ser más complejos. En VOS CUIDADO DENTAL, acompañamos cada historia con experiencia, sensibilidad y compromiso.
¿Perdiste un diente? No pierdas la oportunidad de recuperar tu sonrisa.
Agendá tu cita hoy. Estamos para escucharte y ayudarte a volver a sonreír sin miedo.